Macedonio Alcalá 505, centro Oaxaca de Juárez.
Frente a la iglesia de Santo Domingo.
Tel: 951 114 4454
"Naila, di porqué me abandonas
Tonta, si bien sabes que te quiero
Vuelve a mí, ya no busques
Otros senderos" - Jesús “Chú” Rasgado.
En el puente vacacional de Semana Santa tuve la oportunidad de regresar después de mucho tiempo a la que fue mi casa durante 18 años, la cual tuve que abandonar para experimentar un crecimiento humano y profesional pero que llevo impregnada y es la que se encargó de formarme como la persona que ahora soy.
Redescubrí esos sabores que me acompañaron durante mi crecimiento y que formaron parte de mi vida; olores que están en mi mente pero que debían ser reforzados para seguir en este camino en el que les comparto semana a semana las delicias que nos ofrece el sector gastronómico oaxaqueño.
A mi retorno a esta ciudad, a la que también le he tomado un enorme cariño, pues llevo 6 años disfrutándola, y después de que mis sentidos se reencontraron, estaba aún más preparado para poder probar lo que la industria oaxaqueña tiene para ofrecer a este tan hambriento, peculiar y exigente consumidor oaxaqueño.
De ahí que me permití visitar “Octava, El Restaurante” (establecimiento ubicado en el Centro Histórico de nuestra capital, justo frente al hermoso Templo de Santo Domingo de Guzmán), el cual debe su nombre a estas fiestas tradicionalmente reiterativas que se celebran ocho días después de la fiesta original. Este espacio está ubicado en una planta alta y a pesar de que nosotros lo visitamos a tan sólo tres días de que abrieran sus puertas, el lugar ya mostraba concepto, tonos negros y blancos resaltaban y se veían enriquecidos por la entrante luz del sol. Cuentan con una pequeña terraza con una vista imperdible de Santo Domingo. Sin miedo a equivocarme, esto enriquece toda la experiencia, ya que una tríada de música, comida y paisaje entra en sinergia para ofrecerte una experiencia muy disfrutable.
La Octava pretende rescatar esos sabores de nuestra tierra, hacer del gusto por comer una fiesta, una manifestación de técnicas ancestrales fusionadas con las actuales, tanto en preparación como en montaje del plato, porque lo oaxaqueño también puede ser gourmet.
El primer plato que nos ofrecieron fue un kushiague de molote de plátano, básicamente es un molote al estilo istmeño que se complementa por una cubierta de estilo japonés y puesto en un pincho, personalmente nunca había probado esta receta (aunque aproximadamente en el 2011 ví un programa de cocina en el que prepararon un kushiague de plátano macho) pero me gustó. Cuando se llega a la cocción requerida, la cubierta toma tintes crocantes que participan para unirse con la suavidad del interior de plátano que a su vez motiva al paladar a entrar en contacto con el queso del final; este plato se complementa con crema que aporta aún más diversidad de sabores.
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| Kushiage de molotes estilo istmeño |
Lo siguiente que llegó a nuestra mesa era una ensalada oaxaqueña, la cual estaba compuesta de quesillo, chapulines, arúgula, cebollas caramelizadas, aguacate y tomate. A pesar de que no ofrecen demasiadas situaciones nuevas, este platillo es imposible no disfrutarlo; en conjunto te transporta a toda la idiosincracia de un oaxaqueño. Los deliciosos chapulines conviven con el quesillo y se enriquecen con las cebollas caramelizadas.
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| Ensalada Oaxaqueña |
Lo anterior vino acompañado de “Octavinis”, que es una bebida a base de mezcal en forma de coctel, bastante recomendable, de buen sabor; cabe señalar que pedí sal de chile para concluir el efecto oaxaqueño.
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| Octavinis |
El plato fuerte llegó a nuestra mesa en forma de mole verde, el cual nos mostraba otro tipo de situación, ya que en nuestro plato existía un montaje de carne de puerco, con algunas verduras, y un recipiente pequeño con el mole en su interior. En un principio, esto nos da la posibilidad de jugar con los elementos en nuestro plato, de distribuir la cantidad de mole que vertimos en él. Esto permitió darme cuenta de la suavidad del interior de la carne con situaciones crocantes en su exterior, y que al momento de verter el mole aumenta la experiencia, se enriquece, sobresale, te da el control.
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| Carne de Puerco con Mole Verde |
Para concluir este buen rato, el postre llegó a nuestra mesa, texturas de tejate inundaron el plato, un helado y gelatina a base de esta tan reconocida bebida explotaban al verterle una salsa de queso. Delicioso, un porción pequeña pero muy disfrutable.
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| Texturas de Tejate |
Octava, El Restaurante es un lugar nuevo, pero en el que veo demasiado potencial, juventud conjugada con experiencia denotan que quieren mostrarnos situaciones y experiencias nuevas pero fundamentadas, nos comentan que tienen muchas actividades tanto gastronómicas como sociales que permite hacer que nuestra grandiosa cultura gastronómica siga brillando en la orbe de la nueva cocina contemporánea. Tienen una de las vistas más hermosas de la industria.
La recomendación: Mole Verde
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| Chef Mitzi Cruz, Eduardo Escobar y Rolando |
Gran reseña Eduardo. :)
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